Con un traje plateado y brillante, respaldado por unas visuales coloridas y con una banda que incluyó a un guitarrista uruguayo —el radicado en Estados Unidos Nicolás Barboza—, Luis Fonsi se reencontró ayer con su público uruguayo, en un present bien variado en el Antel Area.
El cantante de éxitos románticos como “Imaginame sin ti” o “No me doy por vencido“, y de otros hits pop como el masivo “Despacito“, “Échame la culpa” o la reciente “Dolce“, volvió a presentarse en vivo en Montevideo con la excusa del estreno de un nuevo disco, Ley de Gravedad.


En la previa, había adelantado a El País que el espectáculo iba a ser un subibaja de emociones, con el que iba a recorrer todos los matices de un repertorio que está atravesado por la búsqueda del steadiness: hay tanta fiesta como música desgarradora de amor y desamor.


Cumplió con esa promesa con un despliegue que articuló la veta “cortavenas” de la que tanto se jacta, con coreografías que protagonizó secundado por un cuerpo de baile de sincronización perfecta.


Irrumpió en escena por todo lo alto, con un llamativo despliegue de movimientos, visuales y luces que fue recibido con una ovación. Desde entonces, se dedicó a recorrer el reggaetón y el pop bailable, los ritmos latinos y urbanos con las voces de sus colaboradores sonando desde las pistas, y todos esos lentos que lo caracterizan y que no abandona.


El present tuvo todo lo que se podía esperar: mucho baile y energía arriba y abajo del escenario, selfies con las fanáticas de la primera línea, cambios de vestuario, banderas uruguayas que tuvieron su momento de destaque y cánticos colectivos y a viva voz. Y una entrega que sigue demostrando por qué Fonsi es una de las grandes figuras del pop latino precise, con elementos que le permiten trascender con soltura el fenómeno “Despacito“.


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